7 oct 2017

DROGAS


“Sé que me cuesta concentrarme y que se me olvidan las cosas… Fuman casi todos mis amigos. No lo voy a dejar…” 
(Niña de 15 años)


La tarde se desgasta en sus jóvenes osamentas.
Con voces verduleras cultivan rebeldías,
gritando reveses como si fueran derechos,
escritos de un Talión adolescente;
negrura por los surcos que les tuercen cada hoy.

Se encandilan con la hierba que araña la memoria,
rebosan de alcohol hasta la médula.
En la cabeza un avispero de cigarras,
el estómago un calcetín deshecho.

Y tú sales de ti
por ser la princesa de lo irreal.
Buscas un reino de colores cortos,
se te cae a pedazos el trono del futuro,
tu imagen una foto en blanco y negro.

Más vale pronto…
Si lo intentas podrías deslizarte
por el brocal que limpia la oscura madriguera
y dejar paso al aire más limpio de la noche.
Por el rincón sediento de los libros,
que te ofrece un suelo apalabrado de mañanas.

Allí fuera aún agrandan la esquina
un  bancal de manos abiertas,
los besos libres de ojales,
la risa que se peina sin aderezo.
Abre la cerradura que te enjaula,
rompe los labios con un claro NO.



ADOPCIÓN

     
                   
“No me hacen caso. Me insultan. Yo quiero ser blanca. No me gusta mi piel. Nadie me quiere así”. (Niña 14 años)


Un revés  en el despuntar de su estrella
trastocó en opcional el destino.
Fue india de cuna hacinada
sobrevivió en el lar de los abandonos:
sin la caricia que besa,
sin el arrullo que templa el abrazo,
sin la paz sosegada del pezón.

Padres dispuestos a acuñar su estirpe
en el nido que teje el lujo,
la dejaron sin raíces
hasta nacerla de nuevo.

Ahora es la joven de cuerpo sinuoso 
donde madruga el bello rasgo oriental.
Y otro clavo del destino:
la piel cetrina que inventa el rechazo.

Lo siente como daga invisible
que le lanzan todos los ojos.
Lenta cae una lágrima
hasta doblar la esquina:
 “¿Por qué estos brazos color mugriento?
Soy cucaracha entre mariposas.
Quiero ser blanca, como de aquí”.

Abraza esa piel macerada en sol.
Te  esculpieron como diosa de dos mundos,
llevas dentro un mosaico de azahar.
Si miras en el fondo de tu espejo

con certeza
                un caballito de mar
                                           viene nadando
              en tu futuro.